viernes, 26 de febrero de 2016

Mi Chico


Mi Chico era un fugista. Yo tenía 9 años cuando nos conocimos, así que le disfrazaba con la ropa del Nenuco y le daba un chupete para jugar que le quedaba perfecto como accesorio. Entonces, abría la puerta de mi habitación y, como estaba más que harto de mí, bajaba pitando las escaleras de la casa vestidito de muñeco y con su chupete en la boca. Nos partíamos de risa. ¿Qué por qué se escapaba de casa cuando tenía la oportunidad? No tenemos ni idea, le dio por ahí un día cuando estábamos en el pantano de San Juan y así hasta que se murió con 13 años tras un ictus que le dejó sin apenas movilidad en las patitas de atrás. Cuando yo volvía a casa tras meses fuera en la universidad, me esperaba en un rinconcito que le encantaba porque veía toda la casa y movía el rabo como un loco mientras yo gritaba: “Chico, Chico, ¿dónde está mi perrito guapo?”. Eso sí, durante 13 años marcó la casa dónde y cuándo quiso, se retozó en el huequito de arena que pillaba en cuanto salía de darse una buena nadada en la piscina y el aliento se le hizo insostenibe. Que marranillo que era.

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