lunes, 29 de septiembre de 2008

Año Bisiesto

Cumplir años cada cuatro podría significar para muchos la fuente de la eterna juventud, el Santo Grial tan codiciado por los nazis en Indiana Jones, pero en realidad, se reduce a una cuestión mucho más mundana carente de cualquier explicación fantástica: haber nacido el 29 de febrero, día que sólo se da cada año bisiesto.


¿Qué tienen en común Superman, el compositor italiano Gioacchino Rossini, el Papa Pablo III y el escritor inglés Jonh Byron? Aunque parezca imposible encontrar alguna similitud, lo cierto es que todos ellos comparten una peculiaridad: forman parte del colectivo de los bisiestos. Gente cuyo día de nacimiento sólo aparece en el almanaque cada cuatro años. Sí, y es que, un artículo aparecido en la revista Time el 14 de marzo de 1988 aseguraba que el héroe de ciencia ficción había nacido un 29 de febrero por decisión de su creador, si bien, Byron, Rossini, y el Papa son bisiestos por caprichos de la casualidad.

Pero, ¿qué es un año bisiesto?

Un año bisiesto es aquél que cuenta con 366 días en lugar de los 365 habituales. Todo se debe a que el movimiento de traslación de la Tierra no dura, como es la creencia popular, 365 días, sino 365 días y casi seis horas.

Este desfase horario entre el año solar y el año gregoriano, que es por el que nos regimos, aunque en principio pueda parecer insustancial, no lo es en absoluto, ya que hace que cada cuatro años se pierda un día, que es necesario recuperar. Si no se hiciera, en cien años se acabarían perdiendo 25 días, y sin bisiestos, en cuatro siglos podría llegar a nevar en julio.

La solución llegó tras 16 siglos

Los antiguos romanos sortearon el problema de las seis horas que faltaban para completar el calendario solar con mayor o menor fortuna, a veces inventando días sin ton ni son, y no fue hasta tiempos de Julio César cuando se estableció una fórmula bastante exacta, según cálculos del astrónomo Sosígenes de Alejandría. La reforma supuso añadir un día suplementario cada cuatro años: se escogió el bis sextus dies ante calendas martii o sexto día antes de las calendas de marzo.

¿Todo estaba resuelto? No. El año juliano fue casi perfecto. Pero las seis horas no son tales. Son en realidad 5 horas, 45 minutos, 48 segundos y 99 centésimas. Un ligero desfase que se traducía en tres cuartos de hora cada cuatro años, ocho días por milenio.
Es decir, seguía habiendo un ligero desfase, ahora por exceso. Pese al desfase, el calendario juliano funcionó en Europa hasta el siglo XVI. Por aquel entonces, el inicio del año solar se había desplazado 11 días.

La corrección definitiva llegó en 1582. Según decisión del Papa Gregorio XIII, los años divisibles por 100 no serían bisiestos aunque les tocara por ser múltiplos de 4. Sí lo serían, en cambio, los divisibles por 400. Eso suponía eliminar tres días --tres bisiestos-- cada cuatro siglos: 1900 no lo fue y el 2100 tampoco lo será. La reforma gregoriana también se propuso corregir el error acumulado durante 16 siglos y decidió que el jueves 4 de octubre de 1582 fuera seguido por el viernes 15 de octubre. Once días menos de vida por voluntad divina. Países como Francia, España y Portugal se sumaron al cambio de Ipso facto. Pero Alemania lo hizo dos años después, en 1584, y mucho más se demoraron Inglaterra y Suecia (1752), Japón (1873), China (1912) y Rusia (1923).

Esta discordancia en la aceptación del nuevo calendario explica, entre otras curiosidades, que Cervantes y Shakespeare murieron en la misma fecha, el 23 de abril de 1616, pero en realidad hubo 10 días de diferencia. Y la revolución rusa, que se llama de octubre, sucedió en noviembre.

Año bisiesto, ¿año siniestro?

Pero este peculiar día del año no parece ser augurio de buenas noticias.
En el refranero español podemos encontrar varias referencias que dejan constancia de esta percepción fatalista: «Año bisiesto, año siniestro», «Año siniestro, entre el hambre y es cesto», «Año bisiesto, ni casa, ni viña, ni huerto, ni puerto». El año bisiesto es sinónimo de funesto, aciago, nefasto, annus horribilis, etc.

Por tradición, los años bisiestos se han asociado a un sentimiento pesimista, de cambios drásticos y funestas consecuencias. Lo cierto es que a lo largo de la historia son muchas las catástrofes que, casualidad o no, han sucedido en año bisiesto. Incluso los romanos de Julio César, sus creadores, evitaban casarse en un mes en que los templos cerraban sus puertas por si las moscas. El currículum de desgracias es aterrador: desde el hundimiento del Titanic, en 1912, al estallido de la Guerra Civil Española, el 36, pasando por las principales huelgas de la historia de España - 1976, 1988 - o el estallido del conflicto armado entre Irán e Irak. A los hechos mencionados anteriormente también se une el terremoto de Tangshan, el más grave del siglo XX y que provocó la muerte de más de 200.000 personas o la apertura del campo de concentración de Auschwitz.

También murieron asesinados en año bisiesto, empezando por el del primer hombre que pasó por la guillotina, líderes como Mahatma Gandhi, en el 1948, Robert Kennedy y Martin Luther King, 1968, John Lennon, 1980, o Indira Gandhi, 1984. Todos estos hechos sucedieron en año bisiesto, como en el que nos encontramos este 2008, ¿casualidad?

Sin embargo, si se hace un recorrido por la historia se observa que también se dieron muchos avances y circunstancias positivas que desdicen el título aciago, coincidencias que poco entienden de mala suerte. La invención del telescopio, del termómetro a gas, del primer auto con motor a explosión, el final de la guerra de Afganistán fueron precisamente en bisiestos.
Año bisiesto es también año Olímpico y convoca a los estadounidenses y españoles a sus urnas.


Anecdotario

- El récord Guinness de bisiestos juntos lo tienen los noruegos que lograron reunir a 345. Este año intentaron superarlo en España, reuniéndose el 29 de febrero en Málaga bajo el auspicio del Club Mundial de bisiestos. Sólo consiguieron reunirse 170.

- Dice la tradición irlandesa que en el siglo V Santa Brígida se quejó ante San Patricio de que muchas mujeres tenían que esperar demasiado para casarse. Había hombres que no se atrevían a hacer la propuesta. El patrón y evangelizador de Irlanda respondió a la demanda instaurando el 29 de febrero como única fecha en la que las mujeres podían realizar ellas la petición. 1 entre 1.460 era mejor que nada. Desde entonces en Irlanda persiste, con mayor o menor intensidad, esa costumbre.

- Febrero tiene 28 ó 29 días. Sin embargo, tres veces a lo largo de la historia ha habido un 30 de febrero.

Calendario sueco - Suecia decidió ajustarse paulatinamente al calendario gregoriano. Así, eliminando los años bisiestos desde 1700 a 1740 los 10 días de diferencia quedarían efectivamente eliminados y el 1 de marzo de 1740 en Suecia estarían sincronizados con el calendario Gregoriano. En 1700, que debería haber sido bisiesto, no lo fue en Suecia. Sin embargo, y por error, 1704 y 1708 sí que lo fueron. Esto dejó a Suecia desacoplada tanto con el calendario Juliano como con el Gregoriano, decidiendo ante este desfase regresar al Juliano. Para hacerlo, insertaron un día extra en 1712, convirtiéndolo en un año doblemente bisiesto. Así que, en 1712, febrero tuvo 30 días en Suecia. Finalmente Suecia adoptó el calendario gregoriano en 1753.

En 1929, la Unión Soviética introdujo un calendario revolucionario en que cada mes tenía 30 días y los cinco o seis días restantes eran fiestas que no pertenecían a ningún mes. En 1930 y 1931, hubo un 30 de febrero en la URSS, hasta que en 1932 los meses volvieron a ser los de antes.

- San Dositeo rellena las veinticuatro horas supernumerarias de los años bisiestos.
Algoritmo de los años bisiestos:

1. Si el año es divisible por 4, es año bisiesto.
2. Si además de ser divisible por 4 también es divisible por 100 no es bisiesto.
3. Si además de ser divisible por 4 y por 100 también lo es por 400, es año bisiesto.

- Cervantes y Shakespeare murieron en la misma fecha, pero en realidad hubo 10 días de diferencia y la revolución de octubre sucedió en noviembre.

- Sin el ajuste, en cuatro siglos podría llegar a nevar en julio.

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